Jacob Miller, soldado unionista del Noveno Regimiento de Infantería de Indiana, recibió un balazo en la cabeza el 19 de septiembre de 1863 en una de las batallas más sangrientas de la guerra Civil Americana, la batalla de Chickmauga. La herida tenía tan mala pinta que sus compañeros lo dieron por muerto abandonándolo en el campo de batalla. (…) "El resto seguía dentro hasta que treinta años más tarde salieron por si solos dos trozos más de plomo”.
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