Madre e hijo compartían el trono pero en el 797 Irene dirigió un golpe de estado contra él. Constantino VI tuvo que huir al Bósforo, fue alcanzado y enviado de vuelta a Constantinopla, donde se le sacaron los ojos; una infección ocular acabó con él. Irene quedó como gobernante única y se atrevió a usar eventualmente el título de basileus en vez de su versión femenina, basilissa. El poder omnímodo que llegó a alcanzar sólo tenía parangón en occidente en la persona de Carlomagno.
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