El de Carlota Saorsa es, como el de otras muchas personas que deciden ponerse del lado de los animales, un nombre ficticio. Un escudo para mantener el anonimato y, así, protegerse ante las posibles consecuencias legales y personales de sus acciones. Y sin embargo, ese será el nombre que aparezca hoy en muchos medios de comunicación: ella es la nueva ganadora del Premio Lush, el mejor dotado del mundo en materia de lucha contra la explotación animal, con 50.000 libras esterlinas (algo más de 57.000 euros).
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