El 6 de noviembre de 1860, una oleada de estupor se extendió por los estados norteamericanos, sobre todo en los que se hallaban al sur de la línea Mason-Dixon. ¡Abraham Lincoln, candidato del recientísimo Partido Republicano, había sido elegido presidente! Considerado por muchos ciudadanos del Sur un revolucionario antiesclavista dispuesto a destruir sus instituciones y sus formas de vida, pronto empezaron a cristalizar las ideas separatistas que llevaban ya tiempo formando parte de la vida política norteamericana.
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