Sin embargo, subvencionar el precio del transporte público a los jóvenes podría producir otros efectos. Por ejemplo, las víctimas¹ de accidentes de tráfico podrían reducirse al aumentar la cantidad de jóvenes que usan el autobús o el metro en lugar de sus vehículos particulares. O el consumo de alcohol podría incrementarse al ser más asequible viajar en transporte público (donde beber alcohol no está penalizado) que conducir un coche privado (donde ir bebido aumenta el riesgo de tener un accidente y existe sanción económica).
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