Que Lorca ha dejado una huella imborrable en la historia de la literatura universal es algo que hoy en día nadie se atrevería a poner en duda. Pero el poeta granadino dejó una marca indeleble con algo más que con su obra. Su personalidad era arrolladora, un torbellino que conquistaba a cuantos le rodeaban. Su asesinato, además de haber truncado una trayectoria literaria brillante, que estaba justo en la cima, se convirtió en el símbolo de un momento devastador, rebosante de odio y sinrazón.
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