Michel Houellebecq, profeta y moralista, es un tipo de escritor en vías de extinción. Lleva su libertad hasta el límite de la provocación. Los nuevos fariseos se escandalizan y atizan campañas inútiles en su contra. Este verano he vuelto a leer a Michel Houellebecq. Lo último que cayó en mis manos fue Sumisión, la novela que cuenta cómo el islamismo toma el poder en la República francesa. Hace unos días entré en una librería de mi ciudad, donde era el único cliente, y compré Serotonina. Me la leí en dos tardes.
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