De todos los representantes de las religiones y filosofías espiritualistas, sin duda el que suele tener una representación iconográfica más simpática y divertida es Buda. Esa apariencia sonriente, feliz, despreocupada, con su característica figura oronda -pecho al aire y barriga fuera más la cabeza rapada-, resulta agradable, casi una invitación a seguir su doctrina. Sin embargo, el personaje al que acabamos de describir no es Buda, pese a que así suela creerse. En realidad se trata de Hotei, un monje del siglo X en cuya (...)
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