Para Hitler, los Juegos Olímpicos de 1936 eran la operación de propaganda ideal en una época tumultuosa, dado que el auge nacionalsocialista empezaba a hacer mella en su imagen exterior. Una vez superadas las amenazas de boicot, los JJOO tuvieron lugar en Múnich del 1 al 16 de agosto con notable éxito deportivo para los alemanes. Sin duda, la historia del desaire de Hitler por las cuatro medallas de Jesse Owens es la más conocida de estos Juegos Olímpicos, pero Owens no fue el único que puso “en su sitio” al dictador alemán en aquellos días...
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