En la Alemania nazi se comió mal, muy mal, incluso antes de la II Guerra Mundial. La culpa fue de Hitler por la simpleza con la que contempló los asuntos del campo. Para colmo, Hitler estaba lejos de ser un gourmet. ¿Resultado? Racionamiento, sucedáneos, y una respuesta muy clara a la pregunta que décadas después planteó el nobel de economía Paul Samuelson: ¿cañones o mantequilla?
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