Maupassant solía desayunar en un restaurante de la Torre Eiffel. No por las vistas de las que podía disfrutar desde ahí o por el gusto de hacerlo en un marco incomparable, sino por ser este el único rincón de París donde podía evitar ver lo que él calificaba como una “monstruosidad”. Y del mismo modo se hizo famoso un Manifiesto firmado por varios intelectuales como el escritor Alejandro Dumas o el poeta Paul Verlaine en el cual se oponían, bajo todo tipo de argumentos, a la construcción de la que hoy por hoy es seña de identidad de la capital.
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