Cuando la bomba atómica George de 15 kilotones que estaban probando en la llamada Operación Tumbler-Snapper explotó aquel 1 de junio de 1952 a las 15:54 a 1.200 metros de altitud, la intensa luz emitida por la reacción de fisión sobre el área de pruebas se concentró en el espejo, lo que prendió el fino hilo y éste a su vez al cigarrillo.
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