Entre los siglos XVI y XIX cientos de miles de hombres, mujeres y niños fueron secuestrados, trasladados en barcos a tierras desconocidas y vendidos como esclavos. En incursiones esclavistas musulmanas, conocidas como razzias, los piratas berberiscos capturaban cristianos en ciudades y pueblos costeros europeos, principalmente en Italia, Francia, España y Portugal, pero también en las Islas Británicas, los Países Bajos, y tan lejos como Islandia. No estamos hablando del comercio de esclavos transatlántico sino el que afectó a los europeos.
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