No era un laboratorio profesional sino una tienda de revelado rápido para turistas junto a su hotel. Esa misma noche, repasando los negativos contra la lámpara de la habitación, vio la foto. Era la mejor. Los tacos de las zapatillas apuntando hacia el objetivo, las piernas y los brazos extendidos hacia adelante, la musculatura en tensión, la boca abierta y los ojos, el blanco de los ojos flotando contra el marcador electrónico del estadio. Había congelado a Bob Beamon en el punto más alto de su vuelo. Sí, sabía que la foto era formidable; lo q
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