Solo hay que ir a un restaurante a comer un sábado para ver cómo esto se ha convertido en algo habitual: niños comiendo con el móvil o las tabletas. Sí, es entendible, los padres necesitamos un rato de paz, de conversación con nuestra pareja o amigos, y nuestro hijo no aguanta dos horas sentado en una silla sin moverse. Cuando ha llorado ya un par de veces, le damos el móvil, que sabemos que le calma, y todos tranquilos.
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