Cuentan que, por orden de un ángel, José y María huyeron a Egipto para salvar a Jesús de las garras de Herodes. La familia dejó atrás Palestina, atravesó el desierto y llegó a una aldea próxima a El Cairo donde la Virgen bañó al recién nacido bajo las ramas de una higuera sicomoro. Dos mil años después, el nieto de aquel árbol –que nació del original en 1672- recibe al visitante en un páramo ahogado por el ruido y el cemento de la megalópolis egipcia, habitada por más de 20 millones de personas.
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