En 1961, descubrió que las pequeñas diferencias en los valores de inicio podrían llevar a resultados drásticamente diferentes. Esta sensibilidad a las condiciones iniciales, más tarde popularizada como el efecto mariposa, hizo que la predicción del futuro fuera cosa de tontos. Lorenz, era "el padre del caos". Pero, de hecho, Lorenz no era el que dirigía la máquina. Hay otra historia, una que no se ha contado durante medio siglo. Hace un año y medio, un científico del MIT se topó con un nombre que nunca antes había escuchado. El de Ellen Fetter.
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