El conocido como "Cid Negro" nunca se tomaba en serio las fases finales de las escaramuzas. El enemigo disparaba casi sin apuntar, más que nada para retrasar la persecución, y así lo comentaba risueño a sus compañeros hasta que le alcanzó una bala perdida. Poco después moría dejando consternados a los escasos dominicanos que a esas alturas de la rebelión aún luchaban bajo una bandera española que entre 1861 y 1865 volvió a ondear en La Española.
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