El origen más posible de estos vulgarismos puede remontarse a finales del siglo XIX, cuando empezaron a llegar a las localidades españolas una especie de bicicletas muy especiales que producían mucho ruido, expulsaban humo e iban a mayor velocidad que las convencionales sin tener que pedalear. Sin duda, los lugareños, boquiabiertos, tuvieron que haberse preguntado qué sería aquello. Al preguntarle al listo del pueblo, seguramente oyeron la secuencia /unamoto/. Así, aquellos señores, muy asombrados por aquel nuevo artefacto, al encontrarse...
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