El sapo, un ejemplar adulto completamente desarrollado, tiene cuerpo y piernas sanas, pero le faltan los ojos, la nariz, las mandíbulas y la lengua. En lugar de una cara, tiene solo un muñón cubierto por un tejido suave y una pequeña abertura donde solía estar la boca, según la herpetóloga Jill Fleming de la Universidad de Massachusetts, quien descubrió el sapo en un bosque de Connecticut (EE. UU.).
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