La cerveza, como el café solo, no suele resultar agradable para nadie en un principio. Sin embargo, algunas personas desarrollan un gusto especial por estas bebidas a medida que siguen probándolas. Otras, en cambio, no llegan a tolerarlas nunca, normalmente porque no aguantan el sabor amargo. Esto es algo bastante frecuente, separar a las personas según si prefieren sustancias dulces o amargas. ¿Pero a qué se debe realmente esta “clasificación natural”? Y lo que es más importante: ¿Está regida por los genes?
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