(...) Correlatos de la inaudita afluencia material son públicos que pudiendo comer a la carta prefieren ranchos forzosos, y eligen canales televisivos con el triple o cuádruple de anuncios cuando su mando a distancia les da acceso a centenares de otros, pues prefieren confirmar tal o cual identidad a servirse del útil asegurado por la diversidad en cuanto tal. Bendita sea la autonomía de cada uno, desde luego, y sobre gustos será siempre tiránico pontificar.
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