A los condenados el verdugo les cortaba el pelo por detrás para despejar la nuca y que la cuchilla penetrara sin obstáculos. El público de las ejecuciones masivas (se calcula que se guillotinó a 16.000 personas) se acostumbró a esa estética de los reos. Otra teoría sobre el pelo corto dieciochesco apela a los 'bailes de las víctimas', fiestas celebradas tras los años del Terror en las que se recordaba a los guillotinados imitando el corte del pelo brusco y ralo que les hacían los verdugos.
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