Es verdad que su uso continuado, para el que ni estamos programados ni preparados, puede ser el culpable de muchas nuevas molestias que aquejan a parte de la población. Pero este recurso constituye una de las pocas armas eficaces contra la expansión del coronavirus. Y nadie niega que el fastidio pueda ser real, pero existen hábitos que lo contrarrestan. Toca aplicarlos y reconciliarse con la prenda.
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