En septiembre de 1970, la CIA recibió una instrucción inapelable de parte del entonces mandatario Richard Nixon: evitar que Salvador Allende asumiera como Presidente de Chile. Para ello, pusieron a cargo de la operación a uno de sus agentes más polémicos, David Atlee Phillips, quien estaba a cargo de la operación desde Estados Unidos, mientras que su contraparte en Santiago era un viejo camarada suyo, Henry Hecksher. Hecksher se negó a cumplir las instrucciones tendientes a ejecutar un golpe de Estado en Santiago.
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