En un escarpado pico, azotado por el viento del desierto de Nevada, se guarda uno de los mayores secretos de la naturaleza. Un bosque de antiquísimos árboles sobrevive, nudoso y retorcido, anclado a la árida cima gracias a las poderosas raíces que se hunden en los albores de la civilización humana. Se trata de una excepcional masa arbórea de ‘Pinuslongaeva’ o ‘Pino longevo’, también conocido como ‘de copa erizada’. Y han estado ahí desde siempre. Siempre. Cuando se construyeron las pirámides ya se aferraban a la grava de las laderas
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