La conjetura de Collatz es muy posiblemente el más sencillo de los problemas matemáticos aún sin resolver, y esa es precisamente la razón de su traicionero atractivo.«Es un problema verdaderamente peligroso. La gente se obsesiona con él y la verdad es que es imposible», dice Jeffrey Lagarias, matemático de la Universidad de Michigan experto en la conjetura de Collatz.
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