La “Nueva Gestión Pública” implica una carga burocrática que hace del trabajo con los alumnos la parte más prescindible de la jornada laboral. Unas direcciones cada vez con mayores tendencias caciquistas y una autonomía de centro con proyectos pedagógicos más enrevesados y metodologías inverosímiles, han desnudado el oficio de la libertad intelectual y autonomía profesional que constituía el principal atractivo. Sin libertad, el maestro pierde toda dignidad. Sin reconocimiento ni respeto, no se atrae a los mejores profesionales.
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