Nada tan común y peligroso como el plomo y sus derivados, y no me refiero a las personas plúmbeas, que las hay. Este metal pesado ya ha sido prohibido en la fabricación de gasolinas, pinturas, munición, juguetes y otros productos, y aún así el envenenamiento por plomo o saturnismo (en la antigüedad, los alquimistas llamaban «saturno» a este compuesto) se sigue produciendo hoy en día como ocurría en el pasado.
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