Ser la hostia siempre ha constituido una de las empresas más encomiables a las que se puede dedicar un ser humano junto a ayudar a los necesitados o introducir sorpresivamente paraguas por el recto de de la gente que no se ducha antes de ir a trabajar en metro. No se trata de ser simplemente bueno en algo. (...) Hedy Lamarr llevaba medio trabajo hecho cuando nació.
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