Bastón en mano, procurando aliviar el peso de unas primaveras que ya se amontonan sobre su encorvada ímpetu, recibe la noticia con una leve sonrisa que deja al descubierto cada uno de los pliegues que le empañan el espejo del alma, y que no son más que los perdurables rasguños de las batallas ganadas y de una vida… casi hecha...
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