Recuerdo la primera vez que escuché hablar sobre los pantobillos. Sí, esos tobillos tan gordotes que son una prolongación de la pantorrilla y que heredamos de nuestras abuelas tantas y tantas mujeres. Fue en una conversación entre amigos cuando estábamos en la uni. Un colega que en aquella época era muy cercano le dijo a otro: – ¿Entonces ayer pillaste? – Sí joder, fue increíble, de hecho creo que vamos a quedar de nuevo. – Pero a ver, si te estás planteando algo más… tendrá tobillo fino, ¿no? – Pues si te digo la verdad ni me fijé.
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