Hasta el siglo XIX no es habitual que los artistas firmen sus obras, cuando el individualismo del autor adquiere una importancia que no existía hasta el momento. Eso no quita que en las centurias anteriores los artistas no quisieran poner su nombre a las piezas que habían creado. En el Museo de Bellas Artes de Sevilla existen muchos ejemplos en las obras de los siglos XV al XVIII. Destacan las firmas en trampantojos: pinturas que imitan a cartelas o trozos de papel dentro del cuadro, donde se lee el nombre del artista que ejecutó la pieza.
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