Es inevitable que el castillo de naipes caiga, y alguien tenga la bondad de fundar un centro libre de pedagogismos nefastos. Los ciegos dirán: “Se levantan los profesaurios, los carcamales, los de la vieja escuela”. No: se levantarán los profesores de la realidad, los profesores de la empatía y el sentido común. Porque la vieja escuela es la novolátrica, la que lleva treinta años fracasando y entorpeciendo el futuro de nuestros jóvenes, recuperando sofisterías de un viejo baúl de hacia 1910, aderezado con puro y duro conductismo de 1950.
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