No queremos perdernos nada ni bajar el ritmo y es precisamente ese ritmo el que está acabando con nosotros. Para sobrellevarlo, acudimos entonces a la autoayuda, a la omnipresente resiliencia, al mindfulness y un sinfín de nuevas espiritualidades que prometen ayudarnos a “gestionar” lo que está mal en nuestra vida. Pero ¿y si lo que está mal en nuestra vida es justamente el terreno en el que ésta se desenvuelve? ¿Y si fueran las condiciones en que se da nuestra vida lo que tendríamos que cambiar?
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