Más que un pianista que marcó escuela, Fernando Puchol era paradigma de la discreción y de la bonhomía. En un tiempo plagado de cantamañanas y gallos de corral, él supo ser discreto, amable y mesurado. Nunca alardeó de nada. Ni siquiera de su pianismo indagador. Artista consecuente con una manera de ser templada que en absoluto era ajena a su condición mediterránea, había nacido en Valencia, en 1941. A sus joviales 79 años, el maldito coronavirus se lo ha llevado por delante.
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