En toda Europa ha entrado en juego un nuevo eje político en el que dos fuerzas dominantes se reparten los votos y una tercera, la izquierda, ocupa un papel secundario. El eje que está operativo, el que está funcionando en la política europea, ha reformulado los problemas típicos de la derecha y la izquierda. La protección social no se consigue mediante la llegada al poder de los partidos progresistas, sino a través de formaciones nacionalistas que, por serlo, pretenden que las personas de su país tengan las necesidades cubiertas.
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