No eran leyendas populares ni personajes literarios, eran realidad. La obra de 1676 se llamó El ente dilucidado. Tratado de monstruos y fantasmas, y su subtítulo deja a las claras el objetivo que persigue: Discurso único novísimo que muestra que hay en naturaleza animales irracionales invisibles y cuáles sean. Su autor fue Rafael Arias y Porres, nacido en casa solariega como Rafael Elías y ordenado como Fray Antonio de Fuentelapeña, tal y como pasó a la historia. Un monje capuchino que, tras desempeñar una labor incansable por la
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