Francisco González y Juana Pérez, septuagenarios, y su hija Loli, son una familia que resiste al turismo en un enclave del centro de Medina, uno de los pueblos blancos de Cádiz, conocido por el embellecimiento de sus fachadas con cal. En la población de la Janda, así como en otras de la provincia o de Málaga, el óxido de calcio es más que un material. Es algo que está íntimamente ligado a la forma de ser de unos pueblos que no se entienden sin sus fachadas blancas. Ahora, el Ayuntamiento regala cal a los vecinos para mantener esa tradición
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