En 1738, compareció en el Parlamento británico un capitán de navío llamado Robert Jenkins para relatar algo que le había ocurrido siete años antes, en 1731. Mientras navegaba por el Caribe, su barco fue abordado por un guardacostas español, quien al comprobar que su carga era mayor que la declarada le requisó las mercancías acusándolo de contrabando. No sólo eso; además el capitán del guardacostas le cortó una oreja como escarmiento, al tiempo que le decía: «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve».
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