Las guerras y los conflictos no sólo causan víctimas directas sino que también crean una atmósfera de angustia y miedo. Este miedo, al afectar dónde y cómo se asienta la gente, podría haber influido sustancialmente en cómo se desarrolló la población en Europa."Nuestro modelo muestra que el miedo al conflicto provocó una disminución de la población en zonas potencialmente peligrosas. Como resultado, la gente se concentró en lugares más seguros, como las cimas de las colinas".
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