Desde los años 90 del siglo pasado arrecian críticas académicas a los “estudios de género” y las tendencias asociadas con el posmodernismo, el relativismo y la “teoría crítica”, dentro de lo que se ha denominado a veces “science wars”. Un reproche frecuente contra esta área de las ciencias humanas es que está particularmente afectada de ideología y por una agenda política concreta, lo cual se percibe como una limitación extracientífica que reduce el espacio de las explicaciones consideradas a priori aceptables.
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