El Estado moderno en la Europa de los siglos XVI y XVII se caracterizaba por una concentración de poder político favorecido por las monarquías gracias al ejército profesional, la burocracia y la fiscalidad, y en detrimento de las estructuras feudales. Pero esta definición tradicional de Estado moderno ha sido cuestionada en los últimos años, básicamente, en dos aspectos: la centralización de poder y las relaciones antagónicas entre el feudalismo y el Estado moderno.
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