Puedo decir que estuve allí, en el lugar del crimen. Acudí a los principales escenarios de la noche electoral del 20 de diciembre, a las sedes nacionales del PP y del PSOE y a la fiesta de Podemos, intentando contagiarme de la decepción o el entusiasmo de los militantes, pero, por mucho que lo intenté, por muchos esfuerzos que hice por empaparme de ese cambio histórico que todos anuncian, no lo logré. Será culpa mía, debido tal vez a mi falta de compromiso con este tiempo, a una mezcla de cinismo e indiferencia, a que me voy haciendo mayor...
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