(...) Asimismo, se revirtió el flujo del río Chicago, donde se vertían las aguas residuales, para que en vez de desembocar en el lago Míchigan lo hiciera en el río Mississipi, cuya corriente las arrastraría lejos, hacia el mar. En ese sentido, se dragó el Illinois and Míchigan Canal, de dieciocho metros de ancho y casi dos de profundidad, que había sido construido entre 1836 y 1848 para facilitar el transporte de mercancías en barcazas (remolcadas desde la orilla por mulas) y que servía de conexión entre ambos cauces fluviales.
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