Fue la estrella lo que los convenció de que por fin habían hallado lo que tantos, tantas veces, habían buscado. Se trataba de la legendaria región de Ofir, de donde, según la Biblia, provenían gran parte de las piedras preciosas, plata, marfil, sándalo y toneladas de oro con las que el rey Salomón (974-937 a.C.) pudo cumplir la promesa de Dios a David: construir un templo para albergar el Arca de la Alianza. La misma tierra de la que, según se dedujo en la Edad Media, los Reyes Magos procuraban sus metales preciosos.
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