Ésa es una de las mayores y más perniciosas características de esta escuela: no cambian, se niegan a cambiar, a pesar de que es obvio que están equivocados, de tener a todo el mundo en contra… y, encima, como buenos fanáticos, te dicen que es el resto del mundo el que está equivocado y sólo ellos tienen la razón. Hasta Caplan admite eso (lo llama “el elitismo del libertariano”).
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