Entre los siglos XVII y XIX, 300.000 hombres y mujeres de África fueron llevados a Surinam, donde aprendieron a reconocer la nueva flora para sobrevivir. Ahora, investigadores de Holanda y Surinam han rastreado la historia de esta adaptación a través de las palabras. Al comparar el nombre de 2.350 plantas en lenguas afro-surinamesas y africanas, han observado conexiones en el sonido, la estructura y el significado. El Nuevo y el Viejo Mundo han quedado unidos por los nombres de sus plantas.
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