Impreso en papel basto, sin censura ni apenas escrúpulos, el pulp “made in Mexico” competía por alzarse con la portada más escabrosa de los kioskos. Combinando la estética de las fotonovelas y el espíritu popular del cine de barrio, se bastaban por sí mismas para agotar tiradas millonarias de ejemplares. Los argumentos, a imagen y semejanza de la pulp fiction estadounidense, abarcaban el western, la ciencia ficción, el terror, el thriller, la novela rosa y los cómics de superhéroes, al mismo tiempo que potenciaban su vertiente más autóctona.
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