[...] Años más tarde, Constancio volvía a unificar el Imperio. Siguiendo la política de su padre, y tratando de favorecer a la Iglesia cristiana, proclamó nuevas medidas en las que se otorgaba al clero el uso gratuito del transporte para viajes oficiales (concilios, sínodos…) -hecha la ley, hecha la trampa-. Aquello se convirtió en un cachondeo y el clero convertía en oficiales todos los viajes. Constancio decidió atajar el problema, pero sacándole partido.
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